sábado, 28 de marzo de 2015

8. I Don't Want to Spoil the Party

1966

Jugaba con el lapicero pasándolo entre mis dedos. No podía dejar de mover las piernas mientras miraba el sudoku que tenía frente a mí pensando en los números que debía poner.

—... Esto es inútil, ni siquiera puedo pasar del segundo cuadro — dije sin despegar la vista del papel.
—Tal vez tú eres el inútil.

Lo observé en el otro sofá de la oficina de Brian, el que estaba exactamente en la esquina... el más alejado. Se encontraba leyendo "The Daily Telegraph" mientras fumaba un cigarrillo.

—Escucha esto: "¿The Beatles iniciarían su última gira?" — comenzó a reír —¿Cuál será la próxima principal?... ¿John Lennon se casa por 12345 vez? — lanzó un bufido —¿Cómo se pueden adelantar a todo?, malditos perros.

Reí un poco sin dejar a John reír solo por aquel chiste completamente pésimo. Aunque tenía razón, ¿cómo es que podrían saber qué sucede?... Los paparazzis están hasta en el té matutino.

—Buenos días chicos.
—Buenas noches — musité.
—¡Hasta que se te ocurre llegar, querido Eppy! Me estaba agriando de tanto esperar... otra más, y te despido.
—John, cállate — miré a Brian que al parecer ignoró el comentario de John. Bri por su parte, acomodaba rápidamente algunas hojas que llevaba en una carpeta —... ¿Y bien?
paró de hacer lo que hacía, colocó las dos manos en su escritorio dirigiendo su mirada hacia nosotros y suspiró —La prensa supo de la última gira.
—Ya sabemos.
—Y nuestra impresión fue la misma.
—¿Entonces?
—¿Entonces qué? Debemos afrontarlo y claro, hacer esa última gira — apagó su cigarrillo en el cenicero —Aclarar la duda y decir que tienen razón, que no habrá más Beatles en vivo por un largo tiempo...

Brian me miró para que hablara, pensaba que diría algo contrario siempre viendo el lado bueno pero... esta vez era diferente. Sí, en efecto, ya no habrían más giras agotadoras.

—Por primera vez, John tiene razón — tomé la hoja del sudoku, la arrugué y aventé hacia el bote de basura, dando justo en el blanco.
—Está bien. En todo caso, me encargaré de la prensa para que tengan una entrevista lo más pronto posible.
—Yo estoy ocupado hoy, mañana... y pasado mañana.
—Podrían salir George y Ringo, no hay problema.
—Ellos también estarán ocupados, de hecho... voy con George mañana a... algo. Y Ringo, el pequeño gran Ringo tiene una boda.
—¿Paul? — me miró.
—Eh... tengo que... cuidar a Ruth.
—¿Ruth? ¿Tu hermana?
—Sí. Verás, Jim y Angela van los sábados a meditar un poco y llegan hasta el domingo, o bueno... eso me comentaron pero como mencionaron que no tenían niñera, no lo harían... y como el buen hijo que soy, me ofrecí. Sólo son dos meses.
—¿Es tan difícil conseguir una niñera? Por favor, es Jim McCartney... MCCARTNEY, padre del mismo Paul McCartney.
—¿Será que Paulie ha desarrollado un gusto por cambiar pañales? — John rió y bufé.
—Sabes que ante todo, prefiero que tengan privacidad — miré a Eppy —Así que, estoy ocupado también.
—¿Por qué ponen tantos obstáculos? — se dejó caer en su silla —No me importa lo que hagan, conseguiré una entrevista privada para que se publique en todos lados... he dicho.
—Pero Eppy, yo necesito cuidar a Julian.
—Esa ni siquiera tú te la crees — reí irónico.
—He cambiado...
—Sí John, por supuesto que cambiaste — encarnó una ceja —¿Que no tienen cosas que hacer? Vamos, vamos... fuera de aquí.

Brian, gracias al estrés que los Beatles le hacen pasar, comenzó a ordenar todo el papeleo que tenía en su escritorio... que al parecer estaba hecho un desastre. John salió no sin antes decir un: "adiosito cariñitos" y robarse el periódico que leía.

Yo decidí quedarme un rato más para conversar aquella idea que tenía John acerca de la portada del próximo álbum. Quizá hubiera durado unos diez minutos más si no fuera por ver un pedazo de papel caer lentamente del escritorio, y que Brian no lo notara.

—Se te cayó... — tomé la nota del suelo y la miré:

"Susanne Gretchen:
020-684-276" 

Después de sorprenderme, sólo por simple curiosidad, arrugué el pequeño pedazo de papel y lo sostuve con el puño cerrado.

—¿Qué fue? — dijo sin voltear a verme, ni a mí... ni a la nota.
—Ah... nada. En fin, debo irme.
—Que te vaya bien — aun sonaba frustrado —Si consigo la exclusiva, mañana por la mañana iré a cavendish.
—Está bien — me reincorporé y metí las manos a los bolsillos de mi abrigo sólo para guardar la nota —Nos vemos, y trata de tranquilizarte un poco.
—Imposible, pero gracias por el consejo.


...


Nadie podía creer el tono en el que Susanne escuchaba música, antes eran The Hollies, ahora son The Zombies. Recargada en sus codos, acostada boca abajo en la cómoda cama, hojeaba la Vogue más reciente, sin dejar pasar por su mente qué hacer ahora que sólo le quedan Danny y falsas esperanzas de empleo.

¿Qué haría si no quería depender de sus padres? Seguro conseguir un trabajo y ganar dinero para ayudar con el departamento, aunque supiera que a Danny no le preocupaba en lo más mínimo porque, claro... viene de buena familia y aparte ganaba muy bien para esa vida que lleva. Es por eso que cada viernes o sábado salía, sin que le importara tener o no un empleo; eso de trabajar, era más bien por gusto.

Y a todo esto: ¿en qué trabajaría Susanne? Tal vez sería secuestradora de perros o de pájaros, quizá sería cocinera en una casa hogar... o perdidamente, la que destapa las alcantarillas en toda la ciudad de Westminster. Lo que fuera estaba bien para ella... sólo por el momento.

Pasó una hoja de la revista, y entonces apareció Jean Shrimpton con esa belleza única e incomparable. "¿Cómo es que Danny puede decir que nos parecemos? Shrimp es sinónimo de elegancia" pensó lanzando un bufido, y siguió hojeando.

Y su mente volvió a irse... ahora hacia esos Beatles.


***


Estadio Shea, NY.
Septiembre, 1965.




Después de tomar la última fotografía, bajé mi cámara y percibí un olor algo... peculiar.

—Audrey... — toqué su hombro —Audrey, aquí huele a mal...
—¡¿Qué?! — se acercó a mí.
—¡Que aquí huele mal!
—¡No te escucho!
—¡Que eres una tarada buena para nada!
—¡Lo siento, no te escucho! — la chica seguía bailando disfrutando de la música como -quizá- el medio millón de chicas que se encontraba ahí.

The Beatles ahora tocaban "I'm Down" como habían dicho a gritos para que pudieran escuchar, aunque era algo sumamente imposible. Las pobres chicas no podían con su alma... ni con su vejiga. Que The Beatles provoquen tanta emoción como para hacerse del baño mientras bailas, es... es asquerosamente curioso.

Tal vez por el chico que a pesar de gritar tanto, su voz no se desafinaba, creo que se llama Paul McCarthy o algo así. Luego, la manera en la que el baterista mueve la cabeza de un lado al otro y no le importa absolutamente nada, y por último están los otros dos chicos que tocaban felices y emocionados mientras jugaban en el escenario.

Debía reconocer que eran muy buenos, pero es la banda que más está de moda... la banda que las chicas mimadas escuchan, las chicas que se guían por el momento. O simplemente, las que gustan de ellos. La banda pop comercial, algo no tan interesante.


***


—¡Susanne! — Danny abrió la puerta.
—Gracias por tocar.
—Toqué como 1-2-3 veces mujer, ¿podrías bajarle?
bajé el volumen del tocadiscos sin despegar la vista de Danny —¿Contento?
sonrió —Totalmente — se acercó a mí y tomó asiento en la cama mientras miraba la fotografía de aquella revista de moda —¿Estás leyendo algo de Hemingway? — comenzó a burlarse.
—¿Hemingway es editor de Vogue? Porque entonces sí... idiota...
—Uy, tranquila. Sólo quería burlarme de lo culta que eres.
—No soy fanática de Hemingway — cerré la revista —Además, ¿tú lees?
hundió los hombros —Eso no importa... pero bueno, antes que comiences a jugarme, sólo te quería preguntar si tienes planes para esta noche.
—Hmm, ver Doctor Who y... ver Doctor Who.
—Deja de ser tan tarada — musitó —Hay que salir.
—¿De nuevo?
—Claro.
—No creo.
—Por favor, es viernes... y mañana tengo una cita.
dice un "oh" con la boca y me burlé un poco —¿De verdad alguien disfruta de tus encantos?
—Que te cuenten qué tal soy en la cama... o puedes descubrirlo — me guiñó un ojo.
encarné una ceja —¿Y yo soy la que no debe ser tan tarada?
—Bien bien. ¿Qué dices entonces?
—No tengo dinero Danny, estoy en ceros.
—Sue, no te preocupes por eso.

Suspiré y miré su gesto tierno que claro, lo hacía a propósito para que aceptara la propuesta.

—Pues... bien... vamos.
puso una gran sonrisa —Ahora te veo preciosa, me voy a bañar — se reincorporó y comenzó a caminar hacia la puerta.
—Gracias a dios.
—A Jerry Lee Lewis, por favor.
—¿Qué tal Keith Richards?
—¡Amén! — gritó y por fin, salió de ahí.


...


Era de noche cuando llegué por fin a Cavendish. Martha me recibió dando vueltas alrededor de mis piernas y moviendo la cola de un lado a otro. Después de pasearme por toda la casa para ver si Jane había regresado -que no había rastro de ella-, el teléfono comenzó a sonar.

—¿Hola?
—Paulie.
—¿Qué sucede John?
—¿Conversaste con Eppy?
—Algo así, fue difícil... ves que el pobre está muy asfixiado por todo el trabajo.
—¿Casi cuatro años y no se acostumbra a ser mánager de The Beatles? — suspiró —... En fin, iré a cavendish, no tengo nada que hacer.
—¿No que eras hombre ocupado?
rió —¿Te la creíste? — siguió riendo algo irónico —Llegaré en 20 o un poco más.
—Pe...
—Hasta luego, mon chéri.

Colgó.


...


—Hey, no es necesario que toques el timbre tantas veces.
—¿Qué tal si mi suegra me viene persiguiendo?

Y sin abrir paso, John entró.

—¿Tienes el número de Klaus?
—Creo que sí, en la agenda... — señalé el living, tendió su abrigo en mi brazo y caminó hacia allá.
—Necesito hablarle. ¿Qué hora será en Hamburgo?
—Ni siquiera sé qué hora es aquí.

Acomodé el abrigo de John en el perchero de la entrada, y miré mi abrigo al lado de éste. Había olvidado que llevaba el número de Susanne, así que metí la mano en el bolsillo y fui directamente a la mesita del pasillo para dejar la nota -aun arrugada- ahí.

—Oye, ¿sigue sin servir el baño de abajo?
volteé rápidamente para ver a John, que se encontraba prácticamente en mis hombros —Eh... no... ya funciona...
—¿Qué escondes? — me observó encarnando una ceja —Oh ya... podemos fumar un porro juntos, lo sabes.
—Por supuesto — pobre John, pensaba que ocultaba drogas.
—¿Y bien? — sonrió —¿La sacarás o...?
—Sí pero, no está aquí. Subiré por ella.
—Mientras yo voy al baño a hacer mis necesidades.

Asentí y subí las escaleras rápidamente. Al regresar con la hierba, miré a John sosteniendo el porta retrato con la fotografía que Susanne me había tomado.

Sí, le había conseguido un porta retrato, y sí... tenía que ponerla en la mesita del pasillo, justo en medio.

—¿Es la que tomó Susy, no?
—Sí.
—Vaya, te hizo ver bien.
asentí —... ¿Fuiste al baño? — comenzaba a sonar nervioso.
—Claro — no dejaba de ver la fotografía —Ella es buena eh...
—Lo sé, lo sé.
—Sí, lo sabes — dejó el porta retrato en su lugar, observé el papelito que sobresalía con temor que lo tomara, entonces enfocó su mirada en mí —¿Qué pasó?
—Aquí está — sacudí una pequeña bolsita.
—Perfecto.


...




—¿Otro más McCartney?
—No hay papel para prepararlo...

Los pobres chicos estaban más perdidos que nunca. Con los ojos irritados, y unas carcajadas que seguro se escuchaban kilómetros a la redonda.

—Sí, sí hay... vi uno por ahí... — señaló John la mesita de el pasillo que se veía a lo lejos. Entonces se levantó como pudo, tambaleándose un poco y caminando hasta allá.

Regresó con el papel arrugado, así que lo extendió y para su sorpresa, era el número de Susanne.

—¿Cómo es que tienes el número de Susy? Recuerdo que se lo di a Brian — aun estaba un poco consciente al parecer.
—Lo tomé — McCartney no. Ese chico ya estaba perdido, tanto que no pudo ocultar nada.
comenzaron a reír mientras John se acercaba de nuevo al sofá —Hay que hablarle.
—¿Qué?

John ignoró su pregunta y se dispuso a tomar el teléfono.


...


—¡¿Qué?!
—¡Que te calles!
—Yo también te quiero.
—¿De aquí a dónde?
—De aquí hasta esta esquina que cruzaremos, ¿y tú? — seguíamos gritando.
—De aquí donde estoy parado, hasta donde estás tú.
—¿Tan poco?
—Es que no eres Sophia Loren.
—Y tú no eres James Dean, pero aun así te quiero.
—¿De verdad?
—Sí, ¿y tú?
—Igual, te quiero demasiado que duele.

Comenzamos a reír como un par de idiotas caminando sin destino alguno. Bueno, aparte de no ser unas personas coherentes todos los días, debíamos aceptar que nos pasamos un poco de alcohol esa noche.

Llegando al departamento, escuchamos el teléfono. Danny se dejó caer en el sofá sin importarle la llamada, así que contesté.

—¿Siiii?
—¿Está Susy?
—¿Susy? — reí —Ah sí... ella habla.
—Susy querida, adivina quién soy.
—Hmmm, ¿abuela?
rió junto con otra persona —¿Te has drogado?
—Sólo una vez.
—Me refiero a que... ¿estás drogada?
—Eh... no que recuerde. ¿Y tú?
—Sí, nosotros sí. Dice McCartney que...

Miré a Danny que musitó un "¿quién es?" y hundí los hombros.

—¿Quién es McCartney?
—Paul...

Ah, Paul McCartney...

... ¡Paul McCartney! En cuanto reaccioné, abrí por completo mis ojos mientras sentía cómo mi corazón comenzaba a palpitar rápidamente, pero no sabía si era por él... o por el efecto del alcohol que, después de escuchar su nombre, se evaporó un poco.

—¿Quieres hablarle?
—Ponlo.
—¿Hola...? — después de escuchar su voz algo somnolienta, respiré y traté de comportarme por vía telefónica.
—Hola.
—Susanne...
comencé a reír como una idiota —¿Cómo... estás?
—Sentado, pero creo que estoy volando — comenzó a reír igual —¿Y tú?
—Me pasa lo mismo.
—Oye, quiero decirte que... ¿qué?, ah sí... que eres agradable.
—Igual tú.
—Oh, gracias. ¿Cuándo fumaremos de nuevo?
—No lo sé, tal vez cuando el destino lo diga... — bostecé.
—¿Por qué siempre te aburro?
—¿Aburrirme?... qué mentira, puedes seguir hablando.
—¿Será que tienes sueño?
—Para nada — mentí.
—¿Será que no estamos dormidos?
"¿eh?" pensé e imaginé al chico profundamente drogado —Puede ser.
—Creo que... — comenzó a reír.

De pronto, se escuchó un golpe en la bocina del teléfono.

—¡Paulie! — gritó John seguido de unas risas. "Dile que fue un placer hablar con ella y que sueñe hermoso..." logré escuchar la voz de Paul.
—¿Qué sucedió? 
—Ha caído en la alfombra y ahora está roncando... — reímos —Susy, debo llevarlo a su habitación, no puede amanecer aquí.
—Bien.
—Tú también te escuchas mal...
—Tomé unas copitas, pero sólo unas... unas — conté con los dedos —¿Dos? — reí —Realmente no recuerdo. ¿Qué hora es?
—Las 3:10a.m.
—¿Tan temprano y tengo sueño? — volví a bostezar.
—Será mejor que duermas.
asentí sin que él pudiera darse cuenta que lo hacía... ¿tan ebria estaba? —... Cuídate y recuerda amar a tu prójimo.
rió —Lo tomaré en cuenta Susy, adiós...
—Adiós.

Colgué, cerré los ojos y me dejé caer en el sofá.








...




¡Holaaaa! 

Después de tanto tiempo, por fin estoy libre (sólo por dos semanas) y bueno, como ya tenía el capítulo escrito, sólo quedaba subirlo. Los otros dos fueron borrados de mi computadora por un accidente que implicó formateo inesperado :( pero veré qué sucede después de la Susanne ebria.

En fin, quería agradecerles por leer y comentar y escribir cuánto les agrada la historia de la Gretchen y sus escritos. Como las que leen por aquí son las mismas bellas chiks que leen la otra fic, debo darles las gracias por tanto apoyo y cariño, son re groovys.

Por otra parte, espero que estén de lo mejor y que espero leerlas pronto dejando atrás toda la asfixia del reclusorio. Las adoroooo ooo o.

Cuídense mucho,

<3


martes, 3 de marzo de 2015

7. I Don't Want to Spoil the Party

1966




—Gracias por ser tan amable.
—No hay de qué — dijo mientras colocaba una maleta en el sofá —Ufff — suspiró —¿Es la última?
—... Danny, sólo fue ésa.
—¿De verdad existe una mujer con poco equipaje? Wow... sí... y es... Susanne... vaya.
—Fue lo único que traje de Nueva York.
—Apuesto a que ahí... — señaló mi maleta —... se encuentran más LPs que ropa.
—Eh... algo así.
—¿Y es rock n' roll?

Mordí mi labio inferior.

—Susanne, tú no cambias.
—No es rock n' roll... son los LPs de la abuelita. Ya sabes, Holiday, Fitzgerald... hasta Beethoven, un poco de Mozart.
—Déjate de cuentos. Sabes que te conozco lo suficiente... ¿o no, Belle?
—Claro que sí, Emilio.
—... Ya no juego, llegas a los extremos.

Daniel Emilio Henderson es tan sólo dos años mayor que yo. Originario de aquí: Londres. Es hijo de una italiana y de un londinense que se conocieron gracias al arte; una bella historia de amor. Y claro, como un 87% de las personas -incluyéndome-, odia su segundo nombre.

Por lo que suele contarme, se parece más a su madre... y es que si llegaras a conocerlo una sola noche sin que te platicara su vida, sabrías que es más italiano que londinense. Cuenta con esas facciones definidas... no olvidemos el tono de voz con el acento marcado, ese humor no tan humorístico, y el coqueteo empalagoso.

Aunque trabaje de editor en una revista que habla acerca de los artistas del momento, es fotógrafo. Además, dice saber mucho de música y por eso, según él, no le gustan The Beatles ni un poquito. Suele referirse a ellos como: "los que pasarán más temprano que tarde".

Lo mejor es que, ama la fotografía y a los Stones tanto como yo.


***

Finales de noviembre, 1965.






Al ver esas fotografías, mi cariño por esta ciudad comenzaba a crecer. Sabía que debía contemplarla un buen rato... y así fue. Todo se tornaba de un color maravilloso.

—The Rolling Stones, ah — dijo alguien al lado mío que había llegado hace unos... tres segundos. No le había puesto atención hasta que habló.
—Son muy buenos.
—Muy buenos sigue siendo poco — suspiró —Por cierto... bonita rollei, me agrada.
volteé y noté que él también llevaba una cámara idéntica —Lo mismo digo — sonreímos.
—... ¿Estás sola o...?
¿sería bueno decirle a alguien que apenas conoces que estás sola? —Eh... sí. Caminaba por Piccadilly y me percaté de este bar con fotografías de los Rolling colgadas en el pasillo, entonces... tuve que detenerme y, entrar.
—Y qué dices, ¿te agradan?
—¿Que si me agradan? Son... — miré la fotografía que más me había llamado la atención de las cuatro que se encontraban ahí —... fantásticas.
—Bueno, gracias — sonrió —Yo las tomé.
—¡¿Qué?! Es-estás bromeando, ¿no?
—Creo que no.
traté de ocultar mi cara de tonta impresionada —Tal vez no sea algo taaaan impresionante, seguro se ven a cada momento, digo... es Londres.
—Lo mismo dicen de esos Beatles, pero desafortunadamente se encuentran más a ellos que a los Rolling. Y claro, dan más conciertos.
—¿De verdad?
asintió —Lamentable — hizo una pausa mientras me miraba de pies a cabeza —Uhm, te gustan los Stones y tienes una cámara en la mano. Déjame invitarte un trago o algo, sé que valdrá la pena.
—Uhmm...
—Vamos...
—Está bien — sonreí.

Caminamos hacia la barra.

—Por cierto, soy Daniel Henderson, pero dime Danny... suena mucho mejor.
—Susanne Gretchen, pero todos me dicen Sue.


***


—¿Sabes cocinar?
—Un poco, aunque no soy fanática de la carne... ya sabes.
—Joder Sue, pensé que me iba a safar de los restaurantes baratos de una vez.
—Pues... lo siento.
—Bueno, a todo esto... supongo que bajaré de peso.

El teléfono comenzó a sonar. Como se encontraba al lado de Danny, lo tomó al instante.

—¿Ciao?... ¿a dónde?... mierda, es esta noche... sí, claro que iré, además es sábado y no hay planes... groovy, entonces nos vemos allá... — colgó.
—¿Quién era?
—Arréglate Susanne, salimos en una hora.
—¿A dónde?
—A una tocada que dará The Who, ¿vienes?
—¡Claro! — tomé mi maleta y comencé a caminar emocionada hacia el pasillo —Espera... — paré —¿Dónde me quedaré?
—Ah cierto. Puedes... hmm... toma la habitación que quieras, hay dos disponibles, de preferencia la que está lejos de mi cuarto.
—¿La del papel tapiz bonito?
—Eh... sí esa. Tiene baño y todo lo que una chica necesita... así no me molestarás.
—Perfecto, ¡gracias, gracias, gracias! — lo abracé.
—Sí sí sí, de nada. Ahora apresúrate y no tardes milenios como acostumbras.

...

—The Who, ¿vienes?
—Prefiero escuchar a Billie Holiday o algo más tenue.
—No seas nena, ni siquiera Ringo me dijo que no.
—Nah, es que... su música no me agrada tanto.
—¿Sabes la cantidad de mujeres que habrán?
—Sí, y todas locas y gritonas.
—Por supuesto, así como nuestras queridas y hermosas beatlemaniacas... Vamos Paulie, no te hagas del rogar.
—Debo ir a Liverpool.
—¿Ahora? — encarnó una ceja.
—Sí, Jim necesita niñera y... bueno, me ofrecí como buen hijo.
—¿Ahora? — repitió, con la misma expresión.
—¡Que sí!
—¿Y dónde crees que tomarás el tren?
—Me iré manejando idiota.
—¿Ahora?
suspiré —Sí... ahora.
—Buena suerte entonces.
—Gracias. Igual les deseo suerte, no sabes dónde se meten.
—Ya cállate, agua fiestas.

...



—¿Cómo dices que se llama?
—Keith Moon.
—¿Y lo conoces?
—No por ahora... sólo he cruzado unas palabras con el cantante, Roger Daltrey.
—Él es lindo.
—¿Lindo? — rió —Ajá. Dime, ¿cuántas fotografías sacaste?
—Pues, algunas... pero no creo que todas estén bien enfocadas... ¿por qué preguntas?
—Quizá sirvan para la revista.
—¿Y me darás créditos?
—Claro que no niña... — lo miré con cara de asesina —... digo, claro que sí linda — apretó mi mejilla.

De inmediato, sacándonos de nuestras muestras de cariño, un hombre alto de cabello rubio se paró frente a nosotros.

—¡Danny, qué bueno que viniste!
—Hey, Bri... — su compañero y él chocaron puños — Mira, te presento a Susanne — tomó mi hombro.
—Hola, mucho gusto — sonreí y ofrecí mi mano.
—Mucho gusto — la estrechó —Vaya Danny, jamás dijiste que tu novia era muy linda.

Me sonrojé un poco y con mi codo, golpeé un poco el hombro de Danny.

—¿Novia? — rió escandalosamente —Somos amigos... los mejores... algo... íntimos — susurró.
volví a golpear su hombro, ahora menos disimulado —Amigos — confirmé.
—Ya veo... — miró a Danny —¿Conseguirás la exclusiva?
—Trataré.
—En cuanto la tengas, háblame... porque verás...

Sabía que eso no me importaba, así que dejé de poner atención a su plática y enfoqué mi mirada atrás del tal Brian.

Miraba a cada persona... ni una sola se había pasado sin que la viera. A un lado... al otro... y en cada esquina. Al ver a detalle, me percaté de un par algo conocido. "¿Será que son ellos...?" pensé, aunque... no, no creo. Lo único que creo es que estoy comenzando a alucinar.

—¿Y los otros?
—¿Estás loco? Jamás haré una exclusiva con ellos... ese es el trabajo de las revistas pop comerciales.
—Vamos Danny, tienes que abrirte a todo.
—Puede ser, pero no hablemos de eso... Me duele decir que mi querida Susanne tiene una fijación por ellos, ¿verdad Susanne?
sacudí un poco la cabeza al escuchar mi nombre —Disculpa, ¿qué dices?
—Que amas a The Beatles.
—Eh... pues... no es que los ame, sólo pienso que son buenos, y creo que... hasta interesantes.
—Estás en lo cierto Susanne.
sonreí —¿Los conoces?
—¿Qué? — bufó —Ya quisiera tener tanta suerte.
—Sí claro, se necesita muchísima suerte... — dijo sarcástico —En fin, como te seguía diciendo...

Y Danny siguió hablando. Entonces seguí navegando la mirada por todas partes, exactamente donde creí haberlos visto... pero no, no había absolutamente nada ni nadie que hubiera conocido.

... O ya no se encontraban ahí.

—Bien, nos vemos Bri.
—Nos vemos... y hasta pronto Susanne, fue un gusto.
—Hasta pronto, e igualmente — sonreí y vi como Brian se marchaba.
—Hey tú, ¿a dónde viajas tanto si ni siquiera te drogas?
—¿Cómo?
—Estás más ida de lo normal — golpeó dos veces mi cabeza con sus nudillos.
—Auch, déjame. Me aburren tus compañías.
—Que no te den celos primor, es un compañero de trabajo.
—Sabes que soy muy celosa... — dije sarcástica.
—¿Y bueno?
—Danny... no te rías de mí pero... me pareció ver a John y a Ringo.
—¿John Entwistle?
—No tonto, John Lennon y Ringo Starr.
—Ah... puede ser. Ellos iban a estar aquí, son invitados de The Who, me parece.
—¡¿Qué?! — asintió —¡¿Y por qué no me dijiste?!
—Uy disculpa, no pensé que te importara taaaaanto.
—No, y no me importa. Mejor... hay que irnos, ¿quieres?
—¿Y no te importa? — rió y sacó un cigarrillo —Tranquilízate, ¿o quieres uno para la tensión?
—No gracias.
—¿Quieres las llaves de la casa? Por cierto, recuerda sacar una copia.
bufé —Está bien, me quedaré contigo.
—Pero pensarán que eres mi novia...
—¿Crees que es agradable para mí?
—Disculpa pero, soy muy solicitado.
—Sólo porque te pareces a Tony Hicks.
—Como digas... Shrimpton.
reí —¿Qué dijiste?
—Nada... Jean — musitó.
lo miré con los ojos entrecerrados y le quité el cigarrillo de la boca —Mejor sí, necesito tranquilizarme un poco.

...


—Hey, ¿ella no es...? Espera, ¿conoces a Susy?
—¿Susy?
—Susana... Susan... ¡Susanne!
—¿Susanne Gretchen?
—Sí sí, esa famosa chica.
abrió los ojos algo sorprendido —¿Es famosa?
—No... me refiero a la chica de la que hablaban George y Paul, ¿recuerdas?
—¡Ah sí sí sí!... ¿Tú la conoces?
—Cruzamos unas cuantas palabras.
—Es agradable ¿no crees?
—Sí, lo es... y no está nada mal. ¿Será su novio el tipo con el que está? — señalé con mi bebida para que Ringo pudiera ver.
—No creo.
—Habrá que confirmarlo. Vamos, acompáñame.
—Mejor no John, quizá lo es.
—Pues... hay que confirmarlo — repetí —Además esa chica me debe una cita, no podemos dejar que pase la oportunidad.

Comencé a caminar hacia ella.


...


—¿Y no irás a Nueva York?
—No tengo ganas, por eso me quedé contigo.
—Yo te recomiendo que vayas... y no es porque no quiera que estés conmigo, sino que... Habla con tus padres y diles que ya te cansaste de tu universidad.
—Ya se los he dicho pero... ¿Qué tanto ves?

Volteé, siguiendo la mirada de Danny.

—No, por favor — susurró Danny antes de que aquel chico terminara por acercarse a nosotros.
—Hola qué tal... me llamo John, pero tú puedes llamarme "esta noche".
reí —Hola John... — me puse al lado de Danny para no darle la espalda —Te presento a Danny.
—¿Amigos? ¿Novios?

Danny abrió la boca en plan de decir algo que por suerte, logré interrumpir:

—Amigos.
—Ya veo. ¿Qué tal, Danny?
—Qué tal — se notaba su desinterés a kilómetros —Susanne, voy a saludar a más gente... ¿nos vemos después?
—Ehm...
—Sí, sí... ella te ve después.
—Okay... nos vemos entonces.
—Adiós muchachito.

Y vimos como Danny nos dejó.

—Oye, yo podía contestar sola.
—Te estabas tardando — sonrió —Pero hablando de muchachitos... ¿Y Ringo?
—Aquí estoy... Hola Susanne — apareció, con una simpática sonrisa.
—Hola Ringo — sonreí —¿Qué hacen por acá? — pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
—Nos invitaron a la tocada y bueno... no había nada mejor que hacer. ¿Tú qué haces por acá? ¿Te gustan "los Jú"?
—A Danny también lo invitaron, y me invitó. Y claro, pero no demasiado, son muy... — chasqueé los dedos —... muy mod.
—Por supuesto, tal como tú.
bufé —No.
—Pareces.
—Cállate, claro que no. ¿Por qué lo dices?
—Por tu falda negra... y tu chaqueta negra... y...
—No no — interrumpió John —Parece que la sacaron del elenco de una película de Presley... la de...
—¿Jailhouse Rock? — pregunté.
—¡Esa!... das miedo, chica mala. Debes andarte con cuidado.
reí —Bien, ¿sólo querías hacerme burla o...?
—No realmente, quería recordarte mi cita... ¿o ya se te olvidó?
—A nadie se le olvidaría una cita con un Beatle.
—Mejor dicho: con dos — afirmó Ringo.
—No mi querido naricitas, ¿quién rayos te invitó a ti?
—Yo — interrumpí —Vamos Ringo, si quiere seguirnos John... podemos hacer un lugar — tomé su brazo.
—... Joder — susurró John por último.


...


Abril.

"Beber en un pub con John Lennon y Ringo Starr es algo del otro mundo... bueno, mejor dicho... del otro lado del mundo: Londres.

Entre risas, bromas y todo eso, debo confesar que me he quedado con ganas de preguntar más acerca de George y Paul. Sólo hicieron unos cuantos comentarios, esos comentarios que te dejan con un nudo en la garganta...

"Paul aseguró que fumar contigo es... muy interesante" 
"George suele ser callado, pero hablaba mucho de ti"

Entonces sólo pude sonreír y ocultar lo mucho que me interesa el tema de aquel par que faltaba esa noche"










...






¡Hola, hola! Después de un milenio prácticamente, ando subiendo por aquí.

Ya que sólo le queda el final y la despedida a la otra fic, pues necesito avanzar en esta historia que tenía escrita hasta el capítulo 12 y, como no me agradaba cómo iba quedando... este es el capítulo más reciente; espero que les agrade.

Chicas, sólo puedo ponerles: ¿quién les dijo que Paul va a ser el enamorado de la Susanne? descontemos el amor por el McCartney que se me nota a kilómetros, pero no se me adelanten, puede que Paul se haya quedado con el diario de su amiga, ni yo sé.

Bueno, por mi parte: espero que estén de lo mejor con eso de que algunas ya vieron al Ringo y se emocionaron muchísimo que me pasaron la emoción. 

Y también muchísimas gracias por leer y comentar y opinar y así.

Cuídense. Las quiero muchísimo,

<3