domingo, 31 de mayo de 2015

9. I Don't Want to Spoil the Party

1966

¿Alguien le podría decir al jodido sol que se calme un poco? Por favor, nunca se ve el sol en Londres, y cuando se ve... no tengo ganas de verlo. Al no poder con la intensidad de la luz, tuve que despertar. Fruncí el ceño sin abrir los ojos, y coloqué una mano en mi cabeza; estaba que explotaba.

—Pide un deseo princesa, hay sol en Londres — era la voz de Danny.
—Daniel, ¿puedes bajar la maldita voz? — tallé mis ojos con mis puños para poder abrirlos.
—Wow, presiento que despertaste más agresiva que de costumbre.
—Por favor... — suavicé la voz y bostecé.
—Espera... — comenzó a reír —... ¿estás cruda? — soltó una carcajada —Oh cariño, es que eres tan santa que no sabes cómo beber.
—Disculpa por no ser una ebria como tú.
—¿Quién tiene dolor de cabeza ahora?
—No tengo dolor de cabeza — levantó una ceja irónico, sabía que mentía... —Ok, ok. Es diferente, tú estás acostumbrado al alcohol.
—Conmigo ya te acostumbrarás, no te preocupes por ello.

Se escuchaban cubiertos, platos y sarténes chocar, algo que para mí, era un gran estruendo.

—¿Qué rayos haces? — me reincorporé y miré hacia atrás. Lo único que separaba el living de la cocina era una barra para desayunar.
—Creo que estoy pintando, no estoy muy seguro.
reviré los ojos —¿Sabes cocinar?
—Por supuesto. Te sorprenderían las cosas que sé y puedo hacer — por fin me observó, guiñándome un ojo —... Sue querida, luces... bueno... siempre luces mal pero ahora, en este mismo instante... ¿cómo decirlo sin sonar tan duro?
—Dilo, sin rodeos.
pasó una mano por su nuca —Luces mucho peor.
—Y además me siento del carajo... así que con tu permiso, tomaré una ducha.

Me levanté del sofá y tambaleándome un poco por la poca visión que tenía, caminé hasta el baño.

—¡Cuidado con la...! — escuché el gritó de Danny, más fuerte que de costumbre —... pared.

Demasiado tarde, había chocado por si fuera poco. Entonces, escuché la dulce y chocante melodía de su risa.


...




—Paulie... cariño... — sentí unas manos mover mi espalda —Hey, despierta.

Abrí los ojos lentamente y miré el rostro de Jane con una sonrisa reluciente frente a mí.

—Jane, llegaste — tomé asiento en mi almohada.
—Sí... lamento no llegar ayer pero, mi vuelo se atrasó.
—No te preocupes. ¿Cómo estás?
tomó mi mano —Muy bien, ¿y tú? Parece que la pasaste bien.
—John vino en la noche.
—Sí, lo sospeché.
—¿Por qué?
—Hmm, ¿sabes qué hora es?
negué —¿Qué hora es?
—Es mediodía.
—¡¿Qué?! — sobresalté y aparté las sábanas de mi cuerpo para reincorporarme de una buena vez —No puede ser... no puede ser — comencé a caminar de un lado a otro —¿Me dará tiempo de ducharme?
—Paulie...
—Debo ir a Abbey Road...
—Cariño escucha: Brian te está esperando abajo.
la miré —¿De verdad?


...


Bajé las escaleras con un cuidado intenso. Lo último que quería era caerme frente a Brian y demostrar que me costaba estar en mis cinco sentidos todavía. Aun tenía los ojos irritados, una fuerte jaqueca, y la ropa arrugada de ayer.

—Buenas noches, Paul.

Terminé de bajar y caminé al living.

—Hola Eppy, llegaste.
—Sí, eso creo. En fin... tienes una entrevista en una hora.
—¿Qué?
—En Abbey Road. Así que arréglate y vayámonos de una vez.
—Oh no... — cerré los ojos y coloqué una mano en mi frente.
—¿Te sucede algo?
—Desperté con dolor de cabeza, es todo.

Al abrir los ojos y terminar de despertar por completo, navegué la vista por el living. Vi copas vacías y, por si fuera poco, una bolsita abierta de aquella "hierba de la felicidad". Estaba claro, Brian sabía lo que sucedió ayer... seguro Jane lo supo antes.

—¿Qué tal la pasaste ayer, Paul? Digo, ¿estuviste muy ocupado?
—Por favor, deja de martirizarme. Ya sabes lo que hice... — no dejaba de mirar la hierba, así que la tomé para ocultarla aunque fuera demasiado tarde.
—¿Sabes? No es difícil ser sincero — se reincorporó y lanzó un suspiro—Bien, tienes treinta minutos. Te espero en el auto.


...


—Gafas oscuras, groovy.

Sonreí irónica y me senté al lado de él. Tomó un plato con hot-cakes y me lo ofreció.

—Gracias — lo tomé, partí un panqueque y comencé a comer —Oye, saldré en un rato...
—¿Ah si? — asentí —¿Y adónde irás?... si se puede saber.
—No tengo la menor idea, pero buscaré empleo.
soltó una carcajada —¿Un empleo, ah? Vaya, ¿cambiaste mientras te duchabas?
—Gracias por el apoyo Daniel — lo señalé con el cubierto —Eres un gran amigo.
—El mejor, y es por eso que te lo digo. Ahora, si lo que tú dices es cierto... debo comentarte que no es nada fácil.
—Y menos con tu vibra pesimista.
—Realista — seguía comiendo —No creo que nadie te tome en serio.
—¿Eh? — sobresalté y lo miré —¿A qué te refieres?
—Si yo te veo llegar con esas gafas oscuras y con aspecto de moribunda, el único empleo que te daría sería limpiar los retretes. Por si no te has dado cuenta, estás cruda.
—Joder, tienes razón — me quité las gafas —Pero si limpio los retretes, de cualquier manera recibo dinero, ¿o me equivoco?
—Pues... con los pocos peniques que te den puedes comprar una bolsa de frituras en todo el mes. Wow, suena estupendo.
bufé —Supongo que me quedaré aquí, pero sólo por hoy.
—Mejor piensa en qué trabajarás porque ni siquiera podrías ser bailarina en un burdel.
—¿Quién dice que no?
—Querida, bailas como si te estuvieran dando electrochoques.
reí —¡Qué gracioso eres, Daniel payaso Henderson! — golpeé su hombro como si la broma hubiera sido graciosa, sólo que le sumé fuerza.
—¡Auch, Sue!... es broma linda — acarició mi mejilla regordeta gracias a los pedazos de hot-cake que seguía masticando.
—Tú bailas como si tuvieras polvo pica pica en el trasero — musité.
—¿Qué?
—Que te adoro — sonreí.


...


Brian y yo íbamos de regreso a Cavendish después de una larga entrevista. En el transcurso, Eppy me preguntó cómo es que Susanne había conocido a cada Beatle, y datos sobre ella.

—Verás... tengo fotografías que me tomó en la fiesta de George, mientras conversábamos.
—¿Y por qué tanto interés?
—¿Por qué lo dices?
—También George me platicó de ella, y de hecho, John me dio su número hace unos días.

"Con que... John..." pensé.

—... Y me dijo que debía llamarle.
—¿De verdad?
—Sí, pero perdí su número.
—Yo lo tengo.
—Vaya... — carraspeó un poco —¿Y ella cómo es...?
—Ya te dije.
—No físicamente.
—¿Físicamente? — asintió —Pues es... muy linda.
—¿De verdad?
asentí —Sí, lo es.
—Ya veo... ¿y sólo eso?
—Bueno — miré hacia la ventanilla —¿Qué más quieres que te diga?
—Por algo el interés.
—Brian, es por su trabajo. Susanne para nosotros es como... como una hermana menor.
—¿Entonces cuántos años tiene? ¿15... 16?
—No... no, para nada.
—Tú sabes que eso no importa. Y después de todo, también sabes que está Derek ayudando con todo esto de la fotografía.
—Es una propuesta.
—Está bien, en cuanto lleguemos me das el número y me muestras esas fotografías.

Llegando a cavendish, caminé hacia donde se encontraba el famoso porta retrato, lo tomé y se lo di a Brian.




—No está mal... es diferente a lo de siempre.
—Lo ves, te lo dije.
—También dijiste que me ibas a dar su número.
—Eh... — busqué por la mesita recordando que ahí había dejado el papelito —... Eh... no está.
—¿No está?
—No, y aquí lo dejé. Quizá lo tiró la señora que ayuda en casa pensando que era basura, o quizá Jane.

Pero si hubiera sido Jane, hubiera preguntado hasta el más mínimo detalle, entonces pensé en la noche anterior, y rápidamente vino a mi mente John.

—John... — musité.
—¿John?
—John vino ayer, y seguro lo tomó.
—¿Por qué lo tomaría?
—Es John, ¿por qué no lo tomaría?


...


—¿Holaaa?
—¿Tomaste un papel que estaba cerca del porta retrato que tenía la fotografía que me tomó Susanne?
—¿Qué?... más despacio, por favor.
—¡¿Lo tomaste o no?!
—Número equivocado, pit pit piiit.
—¡John!
reí —Fumamos con él, ¿recuerdas?
—No... la verdad es que no recuerdo casi nada.
—Para la próxima, no te pases. Un día de estos te llegará la terrible sobredosis.
—Cállate John.
—¿Por qué te preocupa tanto el número de Susanne?

George me observó.

—Se lo iba a dar a Brian.
—¿Para?
—Para que le hablara.
—¿Lo ves? Te hice el favor.
—Idiota, tú sabías que ese era mi plan...
—Bueno, yo conseguí su número antes que tú. ¿Querías quedar como el bueno robando el número para dárselo... o le ibas a hablar?
—No es tu asunto.
—Vamos McCartney, no seas infantil. Tú despreocúpate, yo me aseguraré de que esté cerca de nosotros.
—¿Te interesa o algo?
—¿Quién? ¿Susanne?
—¿Y de quién más estamos hablando?
—"No es tu asunto" — reí de nuevo y escuché el suspiro del chico, supe que lo estaba irritando.
—John...
—Tengo cosas que hacer cariño, ¿hablamos luego?
—¡John escucha!
—Salúdame a Ruth.

Colgué y suspiré.

—¿Susanne Gretchen? — asentí —¿Qué sucedió con ella?
—Larga historia Georgie, te la cuento en el camino. Ahora, quiero salir de esta cárcel.


...


Manejaba al lado de John. Estábamos en busca de algún pub privado donde pasar el rato. Nadie decía absolutamente nada, y debía aceptar que ese tema de Susanne me intrigaba un poco.

—Qué frío —dije para dejar el silencio atrás.
—Sí, se me ha congelado todo, no es broma — metió la mano a sus bolsillos y escuchamos un papel arrugarse, entonces lo sacó —Con que aquí está...
—¿Qué es?
—Mira...
—No puedo mirar ahora. ¿Qué es?
—Es el número de Susanne Gretchen.
—Oh, su número. ¿Ya me contarás que sucedió?
—Pues verás: Ringo y yo nos encontramos con ella hace tiempo, entonces... vamos, tenía que pedirle algo dato de ella para vernos de nuevo.
—¿Y qué tiene que ver Paul?
—Que, él también tenía su número.
—¿Sabes cómo lo consiguió?
—El idiota no quiere soltar la sopa, pero seguro se lo quitó a Brian porque, yo se lo di al abuelo. Por suerte, está de nuevo en mis manos.
—¿Y por qué se lo diste a Brian?
—Tengo mis planes... bueno, robé el plan de McCartney.
—¿Susanne está en ellos?
—Eh... sí, pero no como lo imaginas.
—Entonces tú y Susanne salieron.
—Algo así, con Ringo.
—Qué raro, Rich nunca me dijo nada...
—No tenía porqué mi estimado George, estás peor que un policía. ¿Pero al final qué importa todo ésto? Tenemos el número de Susy.
—Sigo sin comprender por qué Paul tenía el número de Susanne, quizá ella se lo dio aquella noche que lo vio por primera vez.
—No, él me dijo que sólo habían platicado... y me sorprende de Paulie. De cualquier manera ese chico tiene a sus pies a todas, y lo peor es que ni siquiera comparte — rió —Ya es hora de quitarle alguna chica.

Me quedé atónito. No tenía idea de que Paul fuera a tomarse todo ese asunto de Susanne en serio... ni Paul, ni John. Y es que, vamos... la chica claro que es simpática.

—¿Y si la llamamos?
—¿Y qué le dirás?
—Que le invito un trago, no sé. Es divertida, se pasa un buen rato con ella.
—¿Divertida? ... ¿No crees que es algo tímida?
—No creo que hables de la misma Susanne.
—Hablo de ella, de Susanne Gretchen.
—Quizá tú provocas que sea tímida.
—Quizá tenemos que conocerla mejor.
—También.
—Entonces... pararé en una cabina telefónica y tú le hablas.


...


—¡Susanneeee! — gritó Danny —¡Sueeee!
—¿Qué sucedeee?
—Te hablaaan...
—¿Quiéeeen?
—¡Ven rápido, tonta!

Corrí hasta el living.

—¿Quién es? — susurré.
—No me quisieron decir — me ofreció el teléfono y lo tomé.
—Bueno — sacudí la mano indicando que se fuera —Vamos, desaparece...
—¿Qué?
—Vete... no seas entrometido.
—¿Qué tal si te amenazan?
—¡Danny!

Bufó por último. Al verlo desaparecer, preparé mi voz y pegué el teléfono a mi oído.

—... ¿Hola?
—Hola Susy.
—¿Quién habla?
—Elvis Presley versión Londres.
—No es porque te creas el Presley inglés pero... — reí —¿Eres John Lennon, no?
—El mismo.
—¿Qué sucede?
—¿Recuerdas la charla de ayer?
—¿Charla de ayer? ... ¿Ya habíamos hablado?
rió —No — seguía riendo como le estuvieran haciendo cosquillas —Creo que te estoy confundiendo con otra Susanne, ya sabes... uno que tiene muchas mujeres.
—Hombres... — musité —Y bien, ¿pasa algo?
—Quería saber cómo estabas.
—Pues, descontando una fuerte jaqueca desde que amanecí, estoy bien gracias. ¿Tú cómo estás?
suspiró —Igual, pero algo aburrido. ¿Harás algo hoy?
—No lo sé...
—Salgamos.
—No, no creo. Voy a... salir con... Danny — mentí.
—¿Y no prefieres salir conmigo? — reí sin decir nada —Oh vamos, lo que ese chico quiere es coger con alguien esta noche y si tú estás ahí y es verdad eso de que es tu amigo, le vas a correr a todas las chicas... o quizá pide un trío.
—Qué directo.
rió —Entonces, ¿qué dices?
—Hmm...
—¿De verdad tienes que pensarlo cuando John Lennon te dice que salgas con él? — reí pensando en lo soberbio que llegaba a ser, y escuché su risa igual —... Vamos Susy, no seas agua fiestas.
—Escucha John Lennon...
—Soy todo oídos.
hice una pausa para pensar un poco —Bien. Nos vemos en Whitby... será cuestión de que me busques... — bajé la voz y miré al pasillo para asegurarme de que Danny no escuchara —... después tú me llamas, voy contigo y dejo a Danny en completa libertad.
—Uyyy... me encanta la idea. Vaya, sí que piensas Susy.
—Por supuesto Lennon — seguí susurrando.
—¿Cómo irás vestida?
—Ni siquiera yo sé.
—Sí que piensas... — repitió, sarcástico —En cuanto vea a una mujer mod, me acerco.
—Ja-ja-já. Bien, te veo allá en menos de dos horas.
—Perfecto.
miré de nuevo al pasillo —Tengo que apresurarme, chau.
—¡Susy!
—¿Dime?
—Debo decirte por último que nos acompañará un gran amigo.
—¿Qué? ¿Quién?

Colgaron.


...








¡Por Lennon! Siento demasiado subir después de 2 meses, pero juro que de todo se me ha juntado: escuela, cosas de la vida, y flojera. Pero bueno, creo que este capítulo está un poco largo, aunque no justifica mis hechos, así que de nuevo: lo siento demasiado :-( 

Prometo estar más seguido por acá y terminar de una buena vez la otra fic, que ya estoy escribiendo pero necesito mucha inspiración para que no sea un capítulo común saben, porque es el FINAL *llora en silencio* 

Pero bueno, regresando a la Susanne y sus aventuras, vi que en el pasado me pusieron anécdotas o que les había ocurrido eso de tiempos de ebriedad, yo sólo les quería preguntar: ¿cuál fue su momento más embarazoso cuando no estaban en sus 5 sentidos? 

El mío fue que, cuando salgo no soy de las que toma, pues me retaron a tomarme como shots unas copas de vino dulce a la 1:00am, entonces yo dije: QUIEREN VER BETCHES, ¿CUÁNTO APUESTAN? (antes ya había tomado un poco) y al final lo hice, entonces mi papá iba a pasar por mí en una hora y estaba algo happy... por lo tanto entré a una tienda y pedí chicles y agua mineral, luego mi amigo me dijo: Salma Salma, ¿estás bien? Y yo: seeeh, en eso crucé la calle sin ver antes y por poco me atropellan jaaa, y sólo reí. Otra fue que lloré de la nada y preguntaba: ¿POR QUÉ LENNON YA NO ESTÁ AQUÍ?, fue embarazoso.

Por eso y sólo por eso, no tomen amiguitas. Juro no ser una ebria, de verdad, yo soy la amiga que ayuda a sus amigos que se caen de ebrios :-(

En fin, terminando de chismear con ustedes... espero que estén de lo mejor, y disculpen. Cuídense muchísimo, las adoro.

<3 <3

PD: ¡Vic Jarrones, feliz cumpleaños un día antes! Espero que la pases muy groovy ~