domingo, 2 de julio de 2017

18. Baby's in Black

1966

—Qué agotador.

Suspiré mientras miraba a Miles que sonreía burlándose interiormente de mí. Hace más de dos horas nos encontrábamos en mi habitación, lo había invitado al departamento ya que probablemente sería el último día que lo vería... aunque toda esta semana nos habíamos frecuentado.

—No te compliques tanto Sue.
—Eso intento. Jamás había hecho un viaje tan largo, tan importante... no sé qué más llevar —suspiré—. Me abruma pensar que debo lucir bien todos los días.
—Todos los días luces bien.
—No me engañes sólo para que guarde silencio —reímos.
—No estoy mintiendo, lo juro.
—¿Se nota lo emocionada que estoy, no? —asintió y reí levemente—. Lo siento.
—No te preocupes, no te comprendo perfectamente porque jamás he sido fotógrafo de Elvis pero... trato de esforzarme.
—Pero Elvis forma parte de tus debilidades, para mí los chicos de Liverpool son muy buenos pero... no.
—Igual les tomarás cariño.
—Espero.
—Oye, déjame preguntar algo más personal.
—Te escucho.
—Segura que, ¿no te agrada ninguno?
—¿Agradarme en...? —desvié la mirada y rasqué mi nariz—... ¿en qué sentido?
—En el sentido de que lo veas y, te pongas nerviosa porque... te agrada.

Abrí la boca, pero logré pensar dos veces y antes de hablar, la cerré silumando así tomar aire, simulando un bufido.

—No —comencé a doblar la ropa.
—¿Segura? —se levantó.
—Muy segura —respondí sin mirarlo—. Más que eso, estoy segurísima.
—¿Entonces no corro peligro? —sentí su presencia a mi lado.
—¿Peligro? —voltee y reí—. ¿A qué te refieres?

Y al momento en el que lo miré, me di cuenta que lo tenía a pocos centímetros de mí. Se fue acercando, provocando que mi respiración comenzara a acelerarse, borrando por completo la sonrisa de mi rostro. Sentí su mano rodear lentamente mi cintura, entonces observé cómo miraba mis labios y cómo seguía acercándose.

—A esto.

Reposó sus labios sobre los míos. Cerré mis ojos, y seguí su beso... sin más, pero debido a mi pequeña gran vergüenza, me separé.

—Lo siento... —bajé la mirada.
—No te preocupes —tomó mi barbilla—. Todo está bien.

Me observó un par de segundos, me abrazó... y en poco tiempo, volvió a reposar en mis labios. Pasando un poco más de una hora, reposamos en la cama un momento. Gracias a ese par de besos, Miles había tomado más confianza.

—Promete que escribirás.
—Te lo prometo. No quiero que te olvides de mí...
—Nunca me olvidaría de ti —tomó mi mano y besó mi mejilla.

Logré sonrojarme.

—Por cierto, creo que no te conté.
—¿Qué pasa?
—Ayer salí con... Daniel y unos amigos —mentí—. Y me encontré con Caroline en el baño del lugar.
—¿Pasó algo?
—Sí... bueno, no tan grave. De la nada, cubrió mi paso y comenzó a insultarme, diciéndome que yo era una cualquiera, metiéndote a ti en la discusión.
—¿En serio?

Asentí.

—Traté de ignorarla, pero mis sentidos no lo permitieron del todo... ya sabes, soy ruda por naturaleza —reímos—. Por suerte pudieron pararme antes de que le soltara el primer golpe.

Suspiró.

—No entiendo por qué será tan inmadura.
—Fue una duda que igual tuve toda la noche.
—Quizá te tiene envidia...
—¿Envidia?, no creo.
—Yo sí. Eres una chica hermosa Gretchen, y maravillosa... divertida, alguien con quien nunca te aburrirías... claro que es envidia —eso me hizo recordar las palabras de Paul.
—Pues... gracias. En realidad, creo que le gustas.
—¿Yo? Cómo crees.
—Eres diferente a todos los que viven aquí... es lógico. Eres apuesto, y sobretodo tienes ese algo.

Sonrió lentamente.

—Qué importa entonces, yo sólo quisiera saber si tú piensas lo mismo.
—Claro que lo pienso, por eso lo digo...
—Me alegra que no haya pasado a mayores, esa chica no merece ni siquiera tu atención —acarició mi mejilla.
—Igual me alegra, agradezco a la persona que me detuvo.
—Como me hubiera gustado estar ahí para protegerte.
—De cualquier manera esa chica no iba a poder contra mí.

Reí y me levanté cuidadosamente, entonces miré el reloj de mi buró.

—¡Ya son las 04:00pm!
—Eso parece —vio su reloj de mano.
—Quedé con Audrey... —lo miré, y no pude evitar preguntar... —. ¿Quieres venir?

"Uy, Audrey me matará", pensé.


...


Bostecé al ver todo lo que debía empacar.

—¿Por qué te llevas todo el guardarropa? —dijo George sentado en la cama, acariciando el peludo pecho de Martha.
—No no, primero hago mi selección... después, hago la eliminatoria de esa selección y termino con lo indicado.
—Igual puedes comprar ropa allá.
—Será un caos salir en pleno Tokio... prefiero viajar a lo normal —suspiré—. Y es que son más trajes de lo que pensé.
—Ya sabes, no existe nada más en nuestro atuendo.

Tomé asiento en la cama.

—Qué mal estar tan lejos de casa por mucho tiempo.
—Opino igual. No será lo mismo con una chica por ahí, con nosotros.
—¿Te refieres a Susanne? —asintió—. Ah sí... ¿cuánto quieres apostar a que será la mejor amiga de Brian?, por no decir "secretaria" o "asistente", sí... ya la veo, contándole todo lo que hagamos a sus espaldas.
—¿Crees?
—Sí, eso creo. Después, tendrá tanta información de nosotros que podrá hacer un libro de fotografías publicando cada detalle.
—Yo creo que ella no es así.
—Habría que verlo —comencé a acariciar a Martha.
—Se ve muy... tierna, no sé... algo inocente. ¿Pequeña es la palabra?
—Pues es pequeña sí, no sólo de estatura eh... te recuerdo que sigue siendo menor de edad pero... ¿tierna?, hmm no, no creo —hablaba sin dirigirme la mirada—. ¿Te gusta o algo así?
—Qué pregunta Paul, es algo infantil.
—Pues, te pregunto como es.
—Yo... no sé. Susanne es atractiva, es divertida, sabe de lo que habla... y no trata de agradarle a nadie. Sí, me gusta.

Me tragué mis palabras, no dije nada más. Sólo me dediqué a seguir empacando.


...




—No puedo creer que lo hayas traído.
—Yo tampoco —reí mientras tomaba sorbos de mi café y miraba a lo lejos a Miles, que buscaba el baño dentro del restaurante.
—Pensé que sólo íbamos a ser nosotras.
—Juro despedirme bien contigo, pero es que... estábamos juntos.

Abrió los ojos, sorprendida.

—¿Cómo?
—No como crees, sino que, me ayudaba a empacar y... nos besamos, y... sí. Creo que me gusta... y mucho.
—¿En serio? —encarnó una ceja.
—¿Qué tiene de malo?
—No lo sé, es algo difícil que te guste alguien así... me sorprende.
—Es muy atento y caballeroso conmigo. Nos hemos frecuentado toda la semana, y me agrada estar con él —asentí—. Sí, él es el indicado.
—Susanne sabes que te apoyo, pero, repito: ¿en serio?
—Sí, en serio Audrey. A ver, Daniel es un tarado y yo no te repito "¿en serio?" todo el tiempo a pesar de que quisiera.
—Buen punto.

Hundí mis hombros. Miles se acercó a nosotras y sonreí, pero al momento en el que puso un periódico abierto en la mesa, la sonrisa se borró por completo. Lo tomé, y coloqué una mano en mi boca... era increíble.

Era la fotografía llena de flash de una escena estúpida... sí, la escena de la pelea en el pub. Al momento me sorprendí porque los periodistas londinenses le daban tanta importancia a algo que sucedía en Nueva York todo el tiempo, pero pude entenderlo. Para tener un poco de dignidad por ahí, noté que los paparazzis decidieron poner nombres que dedujeron ellos mismos, quizá gente conocida, por suerte nuestros rostros cubiertos por el cabello no nos delataban en absoluto.

—¿Eres tú?
—Así es...
—Increíble, déjame quedármelo —Audrey extendió la mano.
—De ninguna manera.
—Anda, se lo enseñaré a mis próximos sobrinos.
—Estás loca... —reí, sin ganas—. No es algo de lo que me sienta orgullosa.
—¿En serio? Porque la primera vez, yo recuerdo que le contabas a todo el mundo...
—Ya guarda silencio.
—¿Primera vez? —preguntó Miles.
—Sí, en Nueva York. ¿Quieres oír?

Miré de nuevo el periódico, ahora no podía evitar que Audrey contara mi oscuro pasado, pues estaba completamente distraída. Me dediqué a guardar el pedazo de papel en mi bolso pensando en Paul... pues debía enterarse.

Saliendo del café, nos despedimos de Audrey, no sin antes prometer una salida únicamente para ella... y quizá Daniel. Miles se ofreció a llevarme a la estación de trenes donde tomaría el directo hacia Liverpool. Y también, claro, prometí verlo de nuevo.


...


Llegando, me despedí de los padres de Paul y comencé a jugar con su pequeña hermana mientras pensaba en, sorprendentemente, su hermano mayor. Así pasaron cuatro horas más, esa noche sin duda me quedaría de nuevo... pero esta vez debía ser obligatorio.

—¡Otra más! —Ruth aplaudía sonriente.
—¿Otra? Oh vamos pequeña, debes ir a la cama.
—Una más... ¿si? —hizo un tierno gesto.
—Está bien...

Por último toqué una delicada pieza más. Al terminar miré a Ruth recostada en el sofá, había caído dormida... me fue imposible no sonreír de ternura. En cuanto la tomé en brazos tocaron el timbre... supe que era Paul.

—Hola.
—Hola... llegas algo tarde —musité señalando a la pequeña dormida en mis brazos, di media vuelta

Cerró la puerta.

—Lo sé, me fue difícil escapar antes.
—Ahora regreso, iré a acostarla —dije, aún sosteniéndola en brazos. Él por su parte, besó su frente y asintió.


...


Esperaba que hirviera el agua para el té cruzado de brazos frente a la estufa, una escena algo extraña pero... no podía hacer otra cosa. Me extrañaba de mí mismo el pensar ahora en Susanne por alguna razón.

Recordaba ayer por la noche en el pub, y lo agradable que fue estar con ella... lo cómodo que me sentía. Sus pequeñas bromas, y su manera de reír...

—¡Oh vaya! Sí que tienes ganas de té —rió.

Sacudí mi cabeza, regresando de mis pensamientos.

—Eh... sí... —mentí.
—Tanto que por poco explota la cocina —apagó la estufa, y reí con ella.
—Lo siento. ¿Lo has hecho tú?
—Por supuesto —comenzó a servir en dos tazas.
—Vaya, te has vuelto un poco inglesa.
—Así es, ¿acaso no notas mi acento? —dijo sarcástica, su acento era el más americano que jamás haya escuchado—. No es gran cosa, pero espero que sepa bien.

Tomé la taza que me ofrecía

—Gracias... —soplé un poco el vapor y tomé un sorbo—. ¿Qué tal?
—Qué tal... —sonrió—. ¿Algo interesante?
—No realmente, más ensayos y todo eso. Partimos el lunes, ¿o ya lo olvidaste?
—Cómo olvidarlo —tomó un sorbo.
—¿Quieres ir a la sala o prefieres pláticas de cocina?
—Mmm pues... soy fan del sofá rojo. Vamos...


...


—Es tu último sábado aquí...

Observaba el fuego de la chimenea, cruzada de piernas cargando el té en ellas. Hablábamos en voz baja... y pocas veces volteaba a verme.

—Sí.
—¿Extrañarás esto?
—Claro que sí.
—Bueno, ya sabremos a quién llamar en caso de emergencia.
—Será un placer, y no es broma. Me encariñé con la pequeña en tan poco tiempo...
—Vi que te gustan los niños.
—Pues...
—No trates de negarlo.
—Oh, no no... es sólo que igual me sorprende.
—¿Por qué?

Hundió los hombros.

—No lo sé, nunca me consideré ser buena "cuidadora de niños" —movió sus dedos—. Aparte, no suelo ser muy paciente... pero con ellos es diferente, apenas comprenden esto de la vida... —rió levemente.
—¿Tú tendrías hijos?
—Uhm... tendría mascotas —reímos—. No sabría decirte ahora... no con exactitud.
—¿Pero no te gustaría?
—Si estoy lista, y el futuro padre de mis hijos... claro.

Sonreí y tomé un sorbo de té.

—¿Y les tocarías una pieza de piano antes de dormir?
—¿Cómo sabes que toco el piano?
—Llegaba, estacioné el auto, bajé, y antes de tocar el timbre pude percibir una pieza de Bach —desvió la mirada, de nuevo al fuego—. ¿Dónde aprendiste? ¿En una de esas escuelas privilegiadas de Manhattan?
—No, no. Mi abuela... ella me enseñó.
—Al parecer, tocaba muy bien.
—Tocaba a la antigua.
—He ahí la clave.
—Tuve que aprender a leer partituras, era un martirio... pero le agradezco tanto.
—Y yo... así podrás tocar algo ahora, sólo para mis oídos.
—Y los de Ruth. Si toco, temo despertarla.
—Depende qué toques, no tocarías un polka ¿o sí? Vamos Gretch, tú puedes.
—No... yo... no, mejor hay que ver televisión.
—Por favor... —me miró.
—Sólo una pequeña pieza.
—Es más que suficiente.

Se levantó para tomar asiento frente al clavinova que se encontraba justo frente a mí; respiró hondo, acomodó su cabello y colocó su pie sobre el pedal. Entonces, comenzó a tocar... era algo clásico, algo que podía reconocer con tan sólo escucharlo dos segundos.

Me levanté, caminé en silencio hacia ella y miré sus manos... tan delicadas, sabía cómo tocar. Después miré su perfil, cerraba los ojos en algunas partes, y podía notar cierta melancolía en el ambiente.

—¿Tocas muy seguido? —musité alejándome antes de que viera que me había acercado.
—En realidad no.
—¿Por qué?
—Me recuerda a ella...
—¿Y eso es malo?
—Desde el punto de vista de alguien más... no. Era la pieza más tranquila que llegó a mi mente, y pues... por coincidencia era nuestra favorita —sonrió—. Sólo que la nostalgia no me hace muy bien.
—Tocas maravilloso Gretchen.
—Gracias —se reincorporó.
—Ven... —señalé un lugar a mi lado—. Siento pedirte que tocaras.
—¿Por qué? —se quedó pensando un poco—. Oh, no te preocupes, a pesar de todo... también recordé que amo tocar el piano.
—Si me permites darte un consejo: nunca lo dejes.

Sonrió, sentándose a mi lado.

—Tú tocas, ¿no es así?
—Pues... sigo aprendiendo.
—¿Con clave inglesa?
—Claro, le soy fiel a mis raíces.


...


La noche seguía. Algunas veces lo miraba de más y trataba de no quedarme contemplándole. Algo tenía esa noche en especial, no sé si eran sus pestañas sobresalientes, las pequeñas arrugas que se formaban en las laterales de sus ojos... o quizá su manera tenue de hablarme acompañado de ese acento que siempre, siempre, me fascinará.

—Y... ¿sólo eso?
—Pues no, serás algo así como su asistente... te lo aseguro.
—Bueno —hundí los hombros—. Ya qué. Si me pagan entonces, creo que no me quejaré de nada.
—Te darás cuenta de quien en realidad somos.
—Creo darme cuenta desde hace tiempo.
—Oh, pero nos verás todos los días... qué agobiante, ¿no crees?
—Supongo, suelo aburrirme muy rápido.
—¿En serio?
—Es broma, no creo aburrirme pues... estaré igual que ustedes, viajaremos de un país a otro, haré lo que más que gusta hacer y... eso es emocionante para mí.

Sonrió.

—¿No extrañarás Londres?
—Tal vez extrañe dormir todo el día...
—Ya veo, eres algo perezosa.
—Sí, lo soy... un poco. ¿Tú no?
—Lo era, antes de ser un Beatle... y pues, ya no me puedo dar esos lujos. Me despierto a la hora que necesito despertar, y bueno... una persona perezosa no es perfeccionista.
—Ya veo... eres algo estricto.
—Sí, lo soy... un poco —repitió y reímos.
—No nos llevaremos bien.
—¿Crees?

Asentí.

—Por supuesto. Odio a los perfeccionistas, me recuerdan tanto a mí.
—¿Cómo?
—Así, como escuchas.
—Entonces... ¿te odias?
—A veces —suspiré—. Pero bueno, no sé... hasta ahora, no me has caído tan mal...
—¿Tan mal? —rió—. Oh vaya.
—Es un cumplido, de mi parte.
—Qué halagador entonces.

Sonreí mientras lo veía, y sin sentirlo, comencé a mirar sus labios con ganas de... besarlos quizá, pero al darme cuenta, sacudí mi cabeza y miré la chimenea. De pronto, me acordé del pedazo de periódico que tenía en mi bolso, y decidí sacarlo.

—Mira, soy famosa —coloqué la noticia en sus piernas y sonreí, burlándome interiormente de mí.
—Te lo dije... —comenzó a leerlo y lanzó un suspiro—. Qué cosas.
—No sé cómo sentirme.
—Pues famosa, ¿no? —rió—. Es increíble.

Me sorprendió que lo tomaba a la ligera y con tanta gracia.

—¿Si?
—Por supuesto. Quédatelo, guárdalo, y enmárcalo.
—Es una lástima que no hayan puesto mi nombre real...
—Lo es... ahora te llamas Maurice, ¿o eres la otra?
—Se escucha mejor Sylvia.
—Sylvia, los dos sabemos que tú eres la protagonista de ese alboroto.

Reímos. Esa noche casi no dormimos, pues seguíamos platicando. Siempre teníamos un tema de conversación, todo gracias a él... yo por mi parte, lo miraba con una sonrisa interior.




...





¡PAUL MCCARTNEY REGRESA A MÉXICO! 
Sólo eso, quien lea, muchas gracias ☺ adoro que sigan leyendo después de un siglo sin subir, pero son vacaciones y escribir siempre despeja mi mente.




2 comentarios:

  1. ¡Hola Salma! Soy Frida, quien escribe Something y Honey pie. Hubo un problema tardado de explicar, por ende tuve que borrar ambos blogs; sin embargo he creado otros donde he continuado la publicación de éstos, desde el último capítulo que se publicó en los anteriores.
    Esta fue la única manera que tuve de localizarte jaja espero que algún día leas éste comentario y quieras seguir leyendo las historias.
    > https://something-lan.blogspot.mx/ <
    > https://honey-pie-fic.blogspot.mx/ <

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  2. ¡HOLA, SOCIA!
    Antes que nada quiero disculparme por haber tardado en leer. Hasta el día de hoy quise saber qué es lo qué continuaría de esta historia que me enamora más cada vez que actualizas. Es que Sue…sí le gusta Miles? “Es en serio” estoy como Audrey, y es que creo que ni ella se esperaba esa afirmación de Sue. Fue gracioso lo que le respondío Sue a su amiga, que Daniel es un tarado y no le anda repitiendo "¿en serio?". Jajaja, qué divertidas son.
    Igual que el Macca me asombra mucho lo que George confiesa, SÍ LE ATRAE A LA CHICA!!
    Me intriga saber qué pasará con George respecto con lo de Sue, que se me hace que el Harrison va andar ahí de loco con ella, ojalá sepa ser discrteto y que Paul ni lo mire coquetear a Sue, porque no me imagino cómo lo va a tomar McCartney.
    Ay, socia. Me da mucho gusto por ti de que hayas asistido al concierto de Paul McCartney. No dudo que te la hayas pasado muy bien y muy feliz. Yo, pues por burra no alcancé boletos :p pero pos me quedaré con el momento placentero del otro concierto de ya hace ya casi 6 años, el del 2012.
    Pues bueno, sin más que decirte espero que te esté yendo bien en la universidad y que sabes, que si sigues aquí continuando la historia, no dudes que eso me hará sentir muy bien en saberlo.
    Cuídate mucho, socia Salma!!

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